Ya en tierras más calientes, nos dirigimos al sur de España para disfrutar su influencia árabe de miles de años, además de sus tapas y tintos de verano. Para recorrer Sevilla escogí un outfit súper sencillo, uno de mis favoritos. Últimamente (como podrán notar) la base de mi paleta de colores son el blanco y el negro. En lo personal, siempre viajo con al menos dos t-shirts blancas, son importantísimas 😉
Construido inicialmente como un fuerte de los Moros, el Real Alcázar de Sevilla es el palacio más antiguo de Europa que sigue en uso actualmente como residencia de los reyes cuando se encuentran en la ciudad.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987, el Alcázar muestra influencias Árabes, Renacentistas, Barrocas, y del siglo XIX.
Al recorrerlo y estudiar sus techos, salones, jardines y mosaicos, es fácil notar las diferentes ampliaciones por parte de los monarcas que lo habitaron en diferentes épocas.
Jardines del Real Alcázar, Sevilla.
Sus jardines y laberintos son impresionantes, todos decorados y pensados para el entretenimiento y descanso de la realeza y sus invitados, donde el agua juega un papel primordial, símbolo de vida, pureza y grandiosidad.
Al salir del Alcázar tenemos la catedral gótica (y la tercera en total) más grande del mundo justo en frente, donde se encuentra la tumba de Cristóbal Colón.
Catedral de Sevilla
Después de la Catedral de Sevilla, es necesario un paseo por el barrio de Santa Cruz, lleno de restaurantes que ofrecen tapas deliciosas para disfrutar al aire libre como: rabo de toro, jamón ibérico, queso de oveja, tortilla española y croquetas de bacalao.
Barrio de Santa Cruz, Sevilla.
¿Cuál se les antoja?
Fotos por Roberto Acosta Solís <3